HISTORIA
Hace ya muchos años, cuando la palabra valía más que nada, cuando la libreta de ahorro era un preciado tesoro…, dos amigos de Buenos Aires compraron un campo en Córdoba. “Está en las Sierras –tal lo describía el vendedor- tiene un hermoso y caudaloso río, clima seco y un inmenso y límpido cielo estrellado, con la luna asomando por las Sierras Chicas!”
Sin verlo, sin medirlo, creyendo en la palabra y la atractiva descripción del hombre, los amigos y socios se convirtieron en propietarios de un gran campo, soñando sin conocerlo, en convertirlo en una villa con características de ciudad, pero con mucho parque.
No pasó ni una semana, cuando ambos emprendieron el largo viaje hacia el soñado lugar. La sorpresa fue mayor que lo contado e imaginado. Desde la ruta, a la derecha pegaditas las Sierras Chicas y hacia la izquierda la enorme extensión con una huella que conducía al cristalino río, cantarinas sus aguas, serpenteante su curso.